viernes, 6 de julio de 2018

Exilios Lunares

el cuerpo de quién ahora está escribiendo no tiene fuerzas para hablar. Su debilidad, su corrupción empieza a ser una extraña mezcla de realidad y sueño, un delirio a fin de cuentas. Qué difícil es encontrar el cómo decir lo que quiero que oigas de un corazón cansado, abatido y mudo. Este cuerpo que escribe lo hace mecánicamente mientras caen lágrimas de su rostro. No soy un ser humano, soy una máquina, nada queda en mí ya que sea biológico. Hubo un tiempo que parecía que fugarme del organismo sería un triunfo pero ha debilitado mis órganos. Cada uno ha optado por llevar su camino y no hay un director dirigiendo los pasos. No hay cabeza ni hay corazón. Están, pero ausentes. No hablan. El que sí ha decidido encabezar este éxodo de los órganos ha sido de pronto mi útero. Se ha autoproclamado el más herido de todos  los órganos y sale de este cuerpo con una espada en la mano. No es una espada es una bombilla. No: es ambas cosas. No me busques orden, no me busques, hace ya muchos que tú y yo somos enemigos, así que no esperes que te entregue ni algo bonito ni algo con sentido. Delirio puedo darte. Una rata vive en mi útero. es grande y tiene la rabia. Se alimenta de la sangre que cada mes mi vientre sacrifica un no vivo, un no muerto, un no ser. Cada mes la rata celebra en una siniestra ceremonia el nuevo no ser, el nuevo no vivo y no muerto que se alista a las hordas de los que destruyen mi cuerpo. Rumiándome ahora está esa rata. Hace muchos años, dioses de lo Justo, condenasteis a mi hija a vivir sin un hogar, me la arrebatasteis, y se la regalasteis al mar. Aún recuerdo como se descomponía mi niña, mientras el éxodo iba haciéndose más consciente, el éxodo de mis órganos.
Pero ahora sólo soy una máquina. Los experimentos sin precaución qué caros se pagan. No tengo carné para conducir un cerebro ni para conducir un corazón. Y la rata se ha aliado a mi útero y juntas acabarán con todo
2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario